Author Topic: Año negro en los acantilados  (Read 945 times)

bittte

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Año negro en los acantilados
« on: December 03, 2007, 10:50:15 AM »
Noticia aparecida hoy, 03/12/2007, en El Correo:
http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/20071203/vizcaya/negro-acantilados-20071203.html

Año negro en los acantilados
Una veintena de pescadores deportivos ha perdido la vida durante 2007 en las costas vasca y cántabra por accidentes derivados «casi siempre» de imprudencias

«Personas con experiencia que arriesgan al máximo para hacerse con un buen ejemplar». Este es, según fuentes de Salvamento Marítimo y del Gobierno vasco, el perfil de la veintena de pescadores deportivos que han fallecido a lo largo de este año en los acantilados que jalonan las costas vasca y cántabra. Vizcaya es el territorio en el que más muertes se han registrado hasta el pasado noviembre -doce, casi el doble que en 2006-, mientras que en el resto del litoral apenas se han dado variaciones significativas.

«Es un año negro para la pesca recreativa. Olvidamos en ocasiones que la mar es traicionera y, por mucho que conozcamos la zona, nunca se sabe cómo va a reaccionar el oleaje», subrayan portavoces del Ejecutivo autónomo. Pese al trágico balance, 327 personas burlaron un fatal destino, al poder ser rescatadas «sanas y salvas» por los equipos de Salvamento Marítimo. «Es muy complicado ofrecer datos exactos de cuántos pescadores fallecen en la costa porque muchos desaparecieron y de otros apenas se conocen las circunstancias de su muerte», matizan desde el centro de coordinación de Santurtzi.

Hasta el pasado noviembre, doce personas perdieron la vida en Vizcaya mientras practicaban la pesca recreativa. La mayoría de las víctimas se encontraban solas, lo que acrecienta el riesgo en caso de infortunio. «Es un error que no se debe cometer. Si se produce un golpe de mar y estás con un amigo, el acompañante puede ayudar o pedir auxilio», apuntan los expertos.

Las zonas más frecuentadas por los arrantzales de caña del litoral vasco se sitúan entre Bakio y Armintza, el rompeolas de Zierbena, El Abra, el enclave de Ermintxo (Elantxobe), Hondarribia y las inmediaciones de Getaria. «Son los puntos preferidos, porque el mar rompe junto a las rocas y es donde hay más peces».

'La mejillonera'
La costa cántabra es un destino muy concurrido y, también, accidental. Seis personas, cuatro de ellas vizcaínas, se han dejado la vida en las inmediaciones de Islares, bien al sufrir golpes de mar o resbalones, causa frecuente de las muertes. Otro hombre fue rescatado con vida después de caer a una sima de unos 30 metros en las cercanías de la pedanía castreña de Ontón. Algunos de los puntos negros de la costa cántabra están ubicados en la zona conocida como 'la mejillonera' -Islares-, en las cercanías del antiguo vertedero y cementerio de Castro.

Los especialistas achacan la mayor parte de los accidentes «a las imprudencias» de los pescadores. «Acuden a zonas especialmente peligrosas por las que cuesta mucho andar, incluso a personas ágiles», apuntan desde la DYA de Cantabria. A esta circunstancia hay que añadir que en muchas ocasiones practican esta actividad de noche y carecen de la visibilidad adecuada. «En invierno, además, el agua está fría, por lo que en caso de caer al mar los riesgos son mayores», aseguran.

Con la llegada de la Navidad, se dispara el riesgo de los percances entre perceberos que se asoman a los acantilados para sacar unos ingresos extra con la venta de este cotizado crustáceo. «Muchas veces arriesgan más de lo debido», señalan. Además, los expertos han detectado un espectacular auge en los últimos años en el número de aficionados a la pesca deportiva en el litoral cantábrico. «Cada vez son más, especialmente jubilados, los que dedican su tiempo libre a esta práctica», explican. «Y, a más gente, más riesgo», advierten.

A fin de reducir la siniestralidad, los expertos recomiendan planificar las salidas con antelación y reforzar las tareas preventivas. «Un día antes, deben programar dónde irán, comunicarlo a los familiares, nunca pescar solos» y no olvidar un aparato que puede sacarles de más de un apuro: el teléfono móvil.
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