A veces, hay situaciones que te hacen pensar.......
Anoche me desperté hacia las cuatro de la madrugada, comprendí que estaba soñando pero en unos instantes la memoria de lo soñado desaparecía de mi mente pese a mi esfuerzo por recordarlo. Pasados unos minutos estaba absolutamente despejado, como si fuera el mediodía de un soleado día de primavera, que después lo ha sido. Tras encender la luz, y colocarme esas gafas que minimizan la inoportunidad de mi vista cansada, cogí un bolígrafo azul y un block y empecé a escribir, titulándolo "El espíritu de Zierbena".
Ya de día, hacia media mañana había quedado con una persona, un antiguo forero importante de este sitio. Él había tenido un detalle de cortesía para conmigo, detalle que le agradezco y que le honra, pese a que nada más entrar al lugar que visitábamos me he dado cuenta de que alguien que posiblemente esté relacionado con él laboral o administrativamente ya había pasado por allí antes que yo, que era el único que tenía el derecho de decidir sobre antiguas pertenencias.
Es como si un mayordomo te invita a comer y cuando llegas a la mesa te das cuenta de que el amo y sus vasallos ya han degustado los mejores platos. Sí, se podría decir así.
Pero volvamos a lo del espíritu de Zierbena.......
Hemos intercambiado unas opiniones y, tras relatarle un poquito de historia mía de este barrio, me ha dicho que en Zierbena la gente es muy envidiosa y que yo era una persona a la que mucha gente de este pueblo tenía envidia. Al oírselo decir he pensado que estaba diciendo una insensatez y se lo he hecho saber diciéndole: "¿envidia?, yo no tengo nada, nada, nadie me puede envidiar"; pero, aunque iba vestido con buzo, me ha sabido hablar con porte de filósofo y me ha explicado la razón de su expresión diciéndome:
La envidia hacia ti no es por cuestiones materiales, sino por lo que tú representas. ¿Quién es el espíritu libre de La Playa?. Rober. Por eso te envidian, tú no sirves a nadie, a nadie le dices "sí, mi amo" agachando la cabeza.
Eskerrik asko, amigo que nunca llegaste a serlo. Tus palabras son un tesoro para mi. Han aliviado parte de la pesada carga que arrastro. Quizás por eso, esta tarde he subido hasta Punta Lucero para contemplar mi pueblo desde su cima.
Anoche yo escribía así:
A nosotros nos movía el espíritu de Zierbena pero los jóvenes de las generaciones venideras no lo han heredado y ya no lo llevan impregnado en sus ideas, en su corazón, en su cerebro ni en su sangre. Para algunos la fuerza de aquel espíritu era como el "defenderé la casa de mi padre" (nire aitaren etxea defendatuko dut) para seguir habitando en ella. Y, al final, se convirtió en una obsesión.
Yo no sé qué es lo que pasó pero sé que pasó algo y el espíritu de Zierbena se extingue irremediablemente, igual que su costa.