Kaixo Kresala y demás:
Me gustaría que pensarais en aquella historia de Sodoma y Gomorra. Cuando Lot decia aquello de Sr ¿como vas a destruir estas ciudades si hay buena gente?.....que si hay 40, que si hay 30, que si no hay 10 y entonces la quemaron...
Yo pienso que aunque no haya 10 (que los hay y más), es nuestro pueblo y si pensamos y sentimos, no podemos tirar la toalla, lo merecen, lo merece, no podemos abandonar.
Agurrak
La historia tiene sus momentos. En Zierbena hubo oportunidades de haber construido una Zierbena diferente a la que el PNV ha hecho, pero esas oportunidades pasaron, se perdieron, se desaprovecharon...
Ahora es momento de sentarse en la puerta de casa, ver pasar a la gente, recordar lo bueno que tuvo el pasado y pensar sin lamentarse en lo que pudieron haber sido el presente y el futuro.
En su día, alguien debió ceder en sus pretensiones personales y no lo hizo, alguien debió girar el timón y no lo hizo, alguien debió confiar en alguien y no lo hizo, alguien debió levantar la voz y no lo hizo, alguien debió establecer prioridades y no lo hizo, alguien debió dar un golpe encima de la mesa y no lo hizo, alguien debió levantarse y decir: "siéntate tu" y no lo hizo, alguien debió ser humilde y no lo fue, alguien debió analizar las consecuencias y no lo hizo, etc...
El tren hay que cogerlo cuando pasa. Si no lo haces, llegarás más tarde o, tal vez, ya no llegarás a tiempo, aunque llegues al sitio.
Lo realmente difícil de ver es lo que no está a la vista.
No me siento en duda con Zierbena, no tengo razón alguna para defenderla. Ni tan siquiera siento ya que sea "la casa de mi padre". Beraz, ez dut defendatuko.
Tampoco me siento en duda con la gente de Zierbena. Di lo que tenía, pero no fue suficiente para que me quisieran como pensaba que merecía.
Ahora salgo a la calle y veo a la gente pasar. Disfruto con la sonrisa de un amigo, paseando por los rincones menos contaminados, sacando fotografías por doquier y con el cariño de la gente que me quiere.
No hay ya más de una veintena de vecin@s con los que me apetezca pararme a hablar, y no creo que pasen de dos o tres docenas l@s vecin@s a los que no me importe saludar al cruzarme con ell@s por la calle. Poco bagaje para sentir ganas de implicarse en nada.
Al que se ganó mi aprecio, mi amistad o mi cariño, le llevo en mi corazón y le deseo lo mejor en cada día de su vida.
A los que se ganaron mi desprecio sólo les deseo... sufrimiento.
La vida, por desgracia, no es un cuento tradicional de los que se cuentan a los niños.